En el comienzo relata: «quiero decir que no lo escribo para que la gente me tenga lástima, escribo para que todos vean qué clase de persona es este tipo».
En un mundo en dónde el 90% de las víctimas de abuso sexual son mujeres, comienzan a surgir testimonios que años anteriores muchas no pudieron contar. Es tiempo de frenar y ver las realidades de todas.
Ella hace hincapié en que algunos recuerdos han quedado nulos, sólo tiene algunos puntuales. “Tenía entre 10 y 12 años, recuerdo que este tipo era pareja de la que era mi niñera. Mi mamá esa época trabajaba en Q***, por lo que muchas veces viajaba Caleta o a Comodoro a realizar cursos, entonces yo me quedaba con la señora que me cuidaba la mayor parte del tiempo. Este hombre que decía ser profesor de dibujo se ofreció a darme clases, a lo que yo supongo que accedí y mi mamá por tener confianza, también. Ahí comenzó todo».
Y continuó: “Fui hasta la casa donde me iba a enseñar dibujo y cuando llegué estaba solo. Nos sentamos en un sillón donde solo entrábamos los dos y comenzó a enseñarme a dibujar, hasta que en un momento comenzó a pedirme que me relaje y empezó a pasar su mano por mi espalda debajo de la remera, luego comenzó a pasarme la mano en la cola por debajo de mi ropa interior, mientras me preguntaba qué sentía, a lo que yo le respondía que nada. Luego, no sé qué lapso de tiempo habrá pasado, cuando decidí irme, le dije ‘chau’. Mientras él estaba sentado en una silla por donde yo tenía que salir, entonces me tomó de la cintura y me sentó sobre sus piernas, mientras me decía que no tenga miedo, que esto tenía que ser un secreto entre los dos, entonces me desabrochó el jean y metió su mano en mi vagina, mientras me preguntaba qué sentía, a lo que yo todo el tiempo le respondía que nada, entonces cada vez metía más sus dedos hasta que en un momento me hizo doler y ahí fue cuando yo le pedí que no lo haga más. Como pude me subí rápido el pantalón agarre mi bolso y me fui.
En varias oportunidades, cuando esta señora le pedía que nos llevara a comprar (él tenía auto), en pocos segundos que nos quedábamos solos, me daba besos en la boca, me pasaba toda la lengua en mi boca.
(Después de eso inventaba excusas para no seguir yendo a las clases de dibujo,
tampoco le quería decir a nadie porque en ese momento pensaba que mi mamá me iba a retar).”
Han sido distintas las secuencias que dió a conocer, entre otras; cuando salía de la colonia de vacaciones y el pedófilo la seguía, y a veces insitaba a llevarla de viaje y comprarle cosas. Hasta que un día no aguantó más y llegó a su casa llorando y le contó a su madre: “Juan Carlos me pidió que te mintiera que me quería llevar a Caleta”, después de eso inmediatamente su papá fue a la Comisaría a hacer la denuncia, comentó.
Para finalizar, transcribimos su explicación del por qué decidió contarlo ahora, sin perder de vista que en delitos sexuales la victima cuenta las cosas cuando puede. El texto continúa así:
“¿Por qué cuento esto ahora?
El viernes, andaba caminando con mis hijos y me agacho para bajar al más chico, y siento que alguien me apoya de atrás: miro para atrás y estaba este tipo parado, después hace un paso al costado y sigue caminando como si nada. Mientras yo me quedo helada, sin saber qué hacer y miraba el piso. Lo único que le salió hacer en ese momento fue llorar de impotencia”. Cuenta que se sentó en un banco afuera del kiosco de mitad de cuadra, y sin poder calmarse.
Y su relato continúa: «Él llegó hasta su auto que estaba estacionado en la esquina de la mueblería, abrió la puerta y desde ahí me miraba. Yo habré estado llorando aproximadamente 20 minutos, inmóvil, asustada, con bronca, hasta que mi hija me dijo -mami no te asustes- y cómo pude me paré y fui hasta la Comisaría a buscar a mi pareja, entonces le conté lo que había pasado, vine a dejar a mis hijos a mi casa y fui hasta la Comisaría de la mujer a hacer la denuncia. Y recién lo volví a contar todo, el viernes cuando hice la denuncia.
No escribo esto para hacerme la víctima, ni para que me tengan lástima, escribo esto para que el mundo sepa la clase de mierda que es este tipo: J. C. F (83)», concluyó, no sin antes reiterar el agradecimiento a su entorno familiar por el constante apoyo.
Desde nuestra redacción consideramos oportuno recordar que nunca es tarde para denunciar, y en momentos dónde un niño o niña cambia rotundamente de actitudes se debe prestar atención. Quizás, son hechos que pueden perjudicar el resto de su vida.